jueves, 30 de octubre de 2014

MÁS ALLÁ DE LA HIPERDULÍA

PROFESOR MARINO


La hiperdulía, culto que se rinde a la Virgen María, tiene en el Oriente venezolano una hermosa advocación: La Virgen del Valle. Relata la historia, que la Cubagüense Nueva Cádiz la recibió un día como inmaculada, y que un poderoso ciclón “de amor” la trajo hasta el Valle de la Margarita. Según Nectario María, El Valle es su hogar desde 1542, pero cuenta la leyenda popular que los Guaiqueries la adoraban desde mucho antes. En estos 472 años, aproximadamente, ha superado cualquier tipo de anacronismos y conquistado una hermosa pléyade de feligreses, entre los cuales se pueden mencionar: pescadores, marineros, sacerdotes, amas de casa, niños, jóvenes, ancianos, enfermos, profesionales y sobre todo cantantes, músicos y poetas. Ahora, ¿es sólo la hiperdulía o culto lo que ha hecho que estos últimos, se inspiren en la Virgen del Valle o hay algo más?  Sin duda, que haber cantado y escrito a la Virgen toda mi vida, me da una cierta aquiescencia para intentar responder la interrogante. Aunque debo confesar que cualquier cosa que responda sólo serán tanteos reflexivos que de ningún modo pretenden una especie de nihil obstat de los lectores y creyentes.  Así pues, en mi opinión, es la fe en ella lo que puede llevar a un artista a encontrar su catálogo de musas, rimas y sonidos, dejando en un plano inferior cualquier elucubración terrenal. Por lo tanto, si consideramos la frase de Oscar Wilde, en donde: “El arte no es algo que se pueda tomar y dejar. Es necesario para vivir”. Entonces, para cualquier artista,  la patrona de los pescadores no es nada más una hiperdulía o la fecha del 8 de septiembre, sino una inmarcesible caja de motivación, un resquicio en su arcoíris creador, que lo alimenta, lo nutre, le da sentido y muchas razones para vivir. En otras palabras más sencillas, lo definiría el Estudiante de Oriente: “La Virgen del Valle es un mapire de milagros y un barco pleno de rezos, que mirando al sotavento vive entre sombreros de cogollos, hasta que nos llegue el zarpe final del bote, amén”. 

jueves, 23 de octubre de 2014

LAS MUJERES QUIEREN SER LIBRES



PROFESOR MARINO



Quien haya visto la película “Comer, rezar y amar”, debe percatarse del planteamiento de libertad que le concede la cinta al perfil de la protagonista. Cabe la pregunta ¿será que las mujeres quieren ser libres? ¿Hasta dónde los hombres están dispuestos a permitirlo? El personaje principal de este largometraje, decide separarse de su marido, de su casa, de su vida profesional, de todo, para buscar respuestas que no encuentra. Ahora bien, ¿cuántas mujeres de nuestro entorno pudieran identificarse con este caso? Creo que muchas. Por ejemplo, en Venezuela existen miles de casos de mujeres maltratadas, otras que no han tenido la oportunidad de destacarse en un país lleno de machismo. En consecuencia, es lógico pensar: las mujeres desean ser libres. De acuerdo a estudios realizados, desde los años 60 ha crecido el número de mujeres que permanecen solteras, es decir, ha ido creciendo el deseo de permanecer sola hasta más avanzada edad. Esto indudablemente tiene dos lecturas: la primera, la mujer no necesita ponerse de acuerdo con nadie para realizar cosas. La otra, demostrarse a sí misma que ella puede encargarse de todo sin ayuda.  En este aspecto, la mujer venezolana, siempre ha sido batalladora y le ha hecho frente a las adversidades. Ejemplos sobran en la historia, la heroína Luisa Cáceres; una de ellas. Por consiguiente me obligo a pensar que las mujeres siempre han querido ser libres.  Sin embargo, hay quienes piensan que la mujer nació para atender al hombre, que es un irrespeto dejar al marido sin causa justificable, lo que sería imperdonable para algunas sociedades, que no se preguntan por qué se dan estas reacciones femeninas. En fin, las mujeres quieren ser libres porque son seres humanos con derechos iguales a nosotros los hombres, quienes debemos reflexionar para intentar cambiar de una sociedad machista a una sociedad más justa con las féminas. Ya lo decía la biblia: “Maridos amad a vuestras mujeres y no seáis ásperos con ellas.” (Colosenses 3:19).

viernes, 17 de octubre de 2014

LA SEMIÓTICA DE UN CABITO DE VELA

PROFESOR MARINO



La profesora Emilia García, docente de la UPEL- IMPM Nueva Esparta, acostumbra impartir la cátedra de Semiótica en dicha institución, cuyo ápice de estudio es la comunicación a través de símbolos e imágenes. De una de sus clases, extraje la siguiente frase: “El análisis semiótico es un acto de exploración de las raíces, condiciones y mecanismos de la significación”. Se puede notar claramente tres palabras claves en esta frase; el análisis, las raíces y la significación. Inmediatamente, no sé por qué, pensé en un cabito de vela.  Ahora, usted se estará preguntando, ¿qué tiene que ver un cabito de vela con estas tres palabras? Para contestar, primero referiré el siguiente refrán: “Nos vemos las caras pero no los corazones”. Dicho esto, la cara de mi cabito, viene a ser una vestimenta espermática con una sencilla punta de mecha, esperando que un pequeño fosforo la encienda y se inicie un proceso de desgaste inocuo. De esta misma forma, se suele analizar a la gente de manera superficial, solamente por lo que se ve y no por lo que está más allá.  Acto seguido, tomo a la palabra raíz, me alejo de la superficialidad y pienso en la profundidad. Volviendo al cabito de vela, me lo imagino sin cera y me encuentro su verdadera raíz: una mecha, la cual no se ve completa pero su importancia es tan grande que sin ella el cabito de vela no podría cumplir su función. Así pues, la gente debe buscar la raíz de lo que nos rodea. Por último, me queda la significación, que en el caso de una vela, invento egipcio del siglo XIII A.C., es poder dar luz; para eso fue creado. Por tanto, los esfuerzos de hoy en día por crear mensajes “fáciles” de entender, nos han limitado las habilidades de poder ver la luz de un sencillo gesto, cosa que hay que revertir. En resumen; análisis, raíces y significación, son tres palabras que están representadas en mi neuronal imagen del mundo y para ser sincero sigo sin saber por qué mi mente las relacionó tan rápido con un semiótico cabito de vela.

domingo, 12 de octubre de 2014

HIBRIDACIÓN LITERARIA

PROFESOR MARINO



Cuando Colón llegó a nuestras costas, con él llegaron muchos males y muchos bienes. Entre los males; las ambiciones europeas y entre los bienes; el idioma español. Ahora, estos dos elementos, ¿en qué lugar desembarcaron? ¿Era América un territorio sin cultura? La respuesta es una negativa tajante, sin embargo como le hubiera gustado al conquistador que fuese así. Sin duda, se habrían ahorrado la destrucción en nombre de la “civilización” y en consecuencia, evitado lo que vino después: una hibridación inesperada, que trajo el nacimiento de la nueva realidad, en donde la literatura jugó un papel protagónico. Para entrar en materia, es conveniente hacer la siguiente pregunta, ¿por qué hablar de hibridación? Antes de dar la respuesta, me gustaría pasear por lo siguiente: En América, existía un pueblo, edificaciones, organizaciones sociales, etc. De Europa, llegaron otras formas de ver el mundo. De esta manera, lo más lógico que podía suceder era el fenómeno de mestizaje en todos los aspectos, incluso en la literatura. Por lo tanto, nuestras letras fueron el producto de una hibridación que ha llevado sobre sus hombros el peso de una herencia ungida de prosa cervantina y verso nerudiano. ¿Ya ven porque hablo de hibridación? Por otra parte, no faltarán quienes piensen que nuestro idioma es totalmente de los conquistadores. Yo me opongo, y recuerdo una respuesta de Borges en ese sentido, cuando dijo: “Lo siento, yo no soy español, yo, hace ciento cincuenta años tomé la decisión de dejar de ser español”, y es verdad, el idioma que llegó a estas costas se alejó del original; conduciéndonos al Modernismo, al Criollismo, a lo Real Maravilloso y al Realismo Mágico. Para finalizar, puedo decir que en cada conversación, siento el ritmo africano, la jerga escondida de un Guaiquerí y el aire de una música andaluza. Estas pruebas no son otras, que una crónica legendaria en donde las piedras de los indígenas fueron después las bases de los templos cristianos.  

viernes, 3 de octubre de 2014

MI LABORATORIO PEDAGÓGICO

ASTILLAS DEL PENSAMIENTO (4)

Dando una clase mañanera, se me escapó la siguiente frase: “Hijos, mi laboratorio pedagógico debe comenzar”. La curiosidad de los jóvenes fue evidente, deseaban saber a qué me refería y entonces tuve que expresarme. Me refiero a un lugar que está integrado por estudiantes, que posee una estructura dotada de pizarra, pupitres, escritorio, tizas, etc. También se pueden encontrar en él, multiplicidad de interrogantes, caracteres, experiencias, cualidades humanas y valores humanos.  Aunque aclaro, que a veces el aula es el entorno que rodea el hecho educativo y se puede dar hasta debajo de una mata de Guayacán.  Además, existe el científico, en este caso el docente, que trata todos los días de guiar la clase con el fin de lograr las metas que se ha propuesto. Pero ¿Por qué llamo al docente un científico? El docente es un científico, por ser un profesional debidamente preparado para estudiar la realidad educativa que lo circunda, sin lamentarse. George Brassens decía: “La única revolución es intentar mejorar uno mismo esperando que los demás también lo hagan”. Esto es cierto, no se puede concebir un docente que no sea el héroe de sus alumnos, que no esté en constante actitud hacia el mejoramiento profesional, que no planifique, que no sea capaz de evaluar diariamente a su laboratorio pedagógico. Imaginemos un docente que nunca haya elaborado un instrumento de investigación, ni planteado objetivos y metas. Sin duda, estaría destinado a ser más lento en sus respuestas y a errar mucho más. En síntesis, el presente ensayo, que inició con la anécdota de una frase al aire, quiso explicar que las aulas son laboratorios tan sensibles donde la sustancia es el propio corazón de los alumnos, de allí la enorme responsabilidad de llamarse Maestro. Creo propicio terminar, con la siguiente frase de Charles Dickens: “El corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el perfecto conocedor de los hombres las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico”.